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1 de enero, 2013. 4:06 am. Había despertado de
golpe, todavía estaba oscuro, respire profundo, y el sonido de mi celular
retumbo en cabeza. << ¿Mensaje? >> En la oscuridad de mi
habitación, seguí la luz para cerciorarme de que la compañía telefónica me deseaba
un próspero año nuevo. Pero me equivoqué. “Feliz año, imbécil” era todo
lo que estaba escrito. Dibuje una sonrisa, y agradecí a la vida; esa, la de los eventos desafortunados,
por ser tan cruel; perdón emotiva.
La última fiesta de año nuevo, que había sido hace
un par de horas, fue bastante decepcionante. Mientras todos dormían, yo me
alimentaba con las uvas que nadie quiso comer, al mismo tiempo improvisaba
deseos malvados para mis enemigos frente al ordenador. Me sentí como aquel
sujeto del que todos se burlan en Facebook, ese monstruo
cachetón que es feliz con sus gadgets. A la hora cero,
junto a mi desgracia; resolví por ir a lo más alto de la casa, para dizque
deleitarme con los fuegos artificiales de la manzana, pero recordé que
por donde no vivo no somos famosos por ese tipo de cosas, a decir verdad no
somos ni famosos.
Fue así como termino mi tristemente célebre ¡Feliz
año nuevo! En casa, a puerta cerrada; literalmente solo, aburrido frente
al ordenador, y también de la pornografía.
¿Qué como llegue a esta situación? Aún no me lo
explico, de todas formas no es tan grave como parece ya que a veces solo
hay que fingir estar un poco falto de razón para pasar un buen momento, algo
que técnicamente hice. Al cabo, alguien se acordó de mí y me conmemoró como
un imbécil. Claro, y en aquella velado me titule.
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