-¿Que harás más
tarde?
- Tengo
trabajo…. adiós.
Cerré la puerta
despacio, como si al hacerlo me estuviera despidiendo otra vez, camine por la
acera mientras pensaba en mi mentira. No tenía empleo, solo era un tipo que
huía de las relaciones después de terminado el sexo. Entonces pensé: ¿Que tan
miserable puedo ser?
#Evento
desafortunado.
Hubo una época
en la que pensé haber solucionado esto, no más un ser solitario, después de la
universidad toda sería distinto, no terminaría hecho un ermitaño, al menos eso
creía. He llegado a la estación del metro, no hay mucha gente, solo un
indigente aparentemente dormido sobre una banca y unos cuantos estudiantes. Tengo
suerte de que mis getfons aun funcionen, con el dinero que me queda
apenas y podría comprar una lata de café.
Allí, casi acurrucado
sobre la ventana del bus que me llevaría
a casa, saboreo el aire que de
vez en cuando me hace sentir vivo. Es estúpido buscar responsables sobre mi forma de ser, y es más estúpido aun, creer
que alguien tiene la culpa. Enciendo un cigarrillo. ¿Pero qué rayos estoy
haciendo? Nunca nadie me dijo que esto
fuera un problema, es cierto. Nadie me lo dijo, pero me lo demostraron con sus
actos. Si me alejé de la gente es porque deje de confiar en ellos, a fin de
cuentas, la próxima vez que alguien te falle, la culpa no será de esa persona,
la culpa será solo tuya, por pensar que podrías confiar en la gente. De
inmediato saco un bolígrafo de la camisa y escribo sobre el papel corrugado de
los cigarrillos, necesitare recordar esto, escribo: “jamás quise estar solo la
gente me obligo a ser así.”
Pero hubo una
época en la que tuve amigos. Después de la graduación Alice, Ross, Diana y Kevin, los únicos tipos con los que una vez
compartí el protocolo de un saludo vulcano, desaparecieron buscando su sueño, supongo que
era nuestra naturaleza seguir nuestro camino solos. El sol termina por ocultarse,
de inmediato busco otro cigarrillo entre
los bolsillos de mi gabardina, la caja esta vacia. -“Estoy muerto”-
Murmuro.
El bus me deja a
dos cuadras de la pensión, puedo ir en
busca de un garrillo o ir a casa, pero ya no me siento de humor para continuar
en la calle, acelero el paso y antes de
llegar a la puerta arrojo sobre la acera la caja de cigarrillos vacía. El
silencio en mi habitación es único, no
me molesto en encender las luces, no hay mucho que ver, me lanzo sobre cama y
miro con desconfianza el extraño color de mi techo. Tengo un mensaje de voz en
el teléfono.
-
Señor Malvado, hemos recibido su propuesto de
trabajo. Tenemos mucho interés de que sea parte de nuestro equipo de redactores
dentro del diario. Lo esperamos mañana a primera hora.
Miro por la
ventana, no hay mucha gente, solo un indigente aparentemente dormido sobre una
banca y unos cuantos estudiantes esperando el último bus de la noche.